Un diciembre, no tan diciembre...

A pesar de que hay un árbol de 1,80 m en la mitad de mi sala, que los niños corren a mi alrededor y que veo figuras de Santa Claus allanando propiedades por doquier, para mi este mes se sintió diferente a los de años pasados, principalmente porque mi rutina continuó siendo la misma: seguí asistiendo a mi trabajo a las misma hora y con la misma intensidad laboral, los buses día a día hacían su trayecto igual de llenos y el sol calentaba mi piel con su mismo fulgor quemante dándole un vivo color a mi rostro y brazos tal cual taxista después de jornada laboral.

A pesar de sentirse como si fuera mediados de marzo debido al calor y las obligaciones, sucedieron muchas cosas. Todo diciembre es marcado por situaciones que influyen en mi vida de una manera curiosa. Hace dos años conocí en estas épocas personas espectaculares que se hicieron un lugar en mi corazón de manera increíble y al mismo tiempo se fue lejos de mi el hombre que amo. El año pasado viví un diciembre muy bonito con las personas que mas quiero y este diciembre a punto de culminar nunca lo olvidaré; fue un mes en el cual se aprendieron muchas cosas y que me deja muchas enseñanzas que espero saber aplicar a lo largo de mi vida en lugar de ser tan obstinada y no hacer caso a lo que se me dice.

El 24 recibí dos regalos preciosos, preparé la natilla y los buñuelos en mi casa, jugué con mis dos perritos, fui a misa con mi familia, a las 12 los abracé, recibí la llamada de mi niño lindo y me dispuse a dormir, para el lunes regresar a mi vida de mediados de marzo agradeciendo a Dios todas las bendiciones que me ha brindado.